La paradoja del impresionante hombre de la barba

17.01.2014 15:02

El teatro en Sonora no sería lo mismo sin la presencia del Impresionante Hombre de la Barba; eso de impresionante es sólo un apelativo de lo que significa su figura en nuestro estado. Hombre de teatro integro, lo mismo era un excelente actor que mimo, y cuya etapa más importante como creador fue la de crear actores para la escena sonorense. “El Maestro Xico” como afectuosamente se le menciona en la tertulia o cuando viene a colación algo relacionado con el teatro, nació el 17 de mayo de 1951, en Tuitán, municipio de Nombre de Dios, Durango y murió en Hermosillo Sonora el 12 de enero del 2014.

Xicoténcatl Gutiérrez Sáenz Pardo llegó a Hermosillo para integrarse a la planta de maestros de la recién inaugurada Casa de la Cultura de Sonora en 1980, y desde entonces aprendió a soportar el calor del desierto y también aprendió a curársela con un buen trago de cerveza bien helada. Yo le conocí en los pasillos de la mencionada institución por allá en 1986 cuando aún ni siquiera pensaba dedicarme al teatro; su estela era un fulgurante color de serenidad y parsimonia,  propia de alguien que sabe que la vida está jodida y no se puede andar por ahí haciéndose el interesante nomás porque si, entonces lo veía y no podía apartar mi vista de aquel hombre que jalaba con maestría los pelos de la barba como sí ahí encontrara las respuestas que buscaba afanosamente para poder transmitirlas con su teatro; caminaba con jovialidad premeditada, sus pasos eran firmes, y parecería que hasta contados; si no lo hubiese conocido diría que era un pedante llama la atención, era todo lo contrario.

Los médicos curan el cuerpo, el teatro el espíritu”; frase que identifica la postura de un hombre que estudió medicina pero que se apartó de la misma porque el teatro lo eligió para ser parte de su curul abrasivo y desgastante, gracias. Recuerdo que un actor llegó sin voz y teníamos función en un par de horas, quien sabe qué cosa le inyectó que antes de la función el actor estaba en perfectas condiciones fónicas para descargar sus parlamentos. La medicina fue el acicate para despertar la sensibilidad de Xico, conoció el cuerpo, pero le faltaba algo más, y eso era el alma, y es ahí cuando supo de inmediato que sus pensamientos no liberarían el cuerpo de la podredumbre, en cambio el teatro le daba la posibilidad de alimentar con las ideas a un mejor ser humano. Si no se dedicó <> a la medicina es porque supo de inmediato que no iba a ser aceptado con su barba en el consultorio, mucho menos en las operaciones.

Por su Teatro Íntimo (ahora bien llamado Xicoténcatl Gutiérrez) que fue su casa por treinta años han desfilado gran cantidad de estudiantes que después se convertirían en gente importante dentro del teatro sonorense y por supuesto a nivel nacional. Nombres como Cutberto López o Marcos González sólo por citar a algunos, le dieron rienda suelta a su creatividad asesorados por el hombre de la barba que meciéndola o frotándola descargaba sendos comentarios para la mejoría actoral. Yo tuve la oportunidad de tener contacto con él hasta 1991 cuando realizó un casting (cosa rara en nuestro estado) para ser parte del elenco de la obra ganadora del Premio del Libro Sonorense Género Dramaturgia, “Cercados”, de Jorge Celaya. La expectación por el suceso teatral se debió a que se salía del espacio convencional para ubicarlo en El Lienzo Charro el Sonorense, que por lógica era un lugar para sortear las charrerías de la región; sin embargo eso no era todo, la puesta en escena tenía la etiqueta bien llamativa: “Solo Adultos”, otra cosa insólita más. La temporada se realizó con la debida morbosidad a teatro lleno casi todos los días.

A Xicoténcatl se le reconoce más como mimo, por eso en una entrevista pronunció: “Un actor que no conoce la pantomima es un actor incompleto”; y la razón se la dan los actores que salen al escenario sin la más mínima idea de lo que es la expresión corporal - equilibrio entre cuerpo, alma y gesto- pero la pantomima es peligrosa si no se tiene la guía de un experto, porque podría caerse en la sobreexpresión gestual (cliché), propio de un clown sin oficio, y en eso el maestro era un delicado equilibrista en la cuerda que pocos suelen pisar ;  quién no recuerda sus cuadros pantomímicos que por años llevó en la maleta  y salían a relucir cuando la ocasión lo ameritaba; en ella (si la abrimos y miramos) podemos ver a Drácula por mencionar alguno de sus personajes que era de sus favoritos, pero existen más, muchos más que se pelean para salir al descubierto, dejémoslos que se vayan con él.

El dramaturgo Cutberto López en el Homenaje que se le rindió a propósito del Día Internacional del Teatro en el 2012 dijo: “Hace ya muchos años que llegó la pantomima en Sonora. A diferencia de otras artes en donde no es posible precisar la fecha exacta del nacimiento de un movimiento, en nuestra tierra podemos decir que la pantomima llegó del brazo de Xicoténcatl Gutiérrez”. Hay muchas cosas de las que se puede hablar de Xicoténcatl, anécdotas que vivimos los que hicimos un viaje teatral con él, personalmente lo hice en varias ocasiones, en obras como “La Vela de la Luna Loca”, “El Monte Calvo”, tal vez uno de sus textos preferidos (ya que la montó por lo menos en cuatros períodos distintos, y por la que pasaron actores como Arturo Jiménez (+), Jorge Durazo, Cutberto López, Fernando Muñoz y otros más; nunca nadie le robó su papel, el del payaso CANUTO (hasta que Sergio León, por motivos de la salud del maestro se afanó de él), y claro, era el único que podía hacerlo con esa gracia que no tenía el personaje. Y fue en uno de esos viajes con esta obra que nos pegó un susto tremendo cuando en un transporte de pasajeros se puso malo y apenas llegando a Nogales se nos desmayó en el hotel; se la pasó internado en el hospital de la localidad y no dimos función por “causas de fuerza mayor”. Al día siguiente nos dijo a mí a y Arturo Jiménez que le había dicho el doctor que dejara de fumar y de tomar si no se iba a morir; a lo que el maestro nos dijo: “no tomar, no fumar, entonces que jodidos voy hacer de mi vida”; (debo decir que en los últimos años si dejó de fumar)

En una ocasión en una función en Mazatlán se le acercó una persona a agradecerle su trabajo:

-Lo felicito señor.

-Gracias; ¿Por qué?

-Mi hijo es sordomudo y nunca lo había visto tan feliz.

Por eso es que Chesterton decía: “los seres humanos no pueden ser humanos sin algún campo de fantasía o imaginación (...) toda persona sana debe alimentarse tanto de ficción como de realidad en algún momento de su vida; porque la realidad es una cosa que el mundo le da, mientras que la ficción es algo que ella da al mundo”.

Hacer visible lo invisible es una frase de Paul Klee que ha sido usada para diferentes causas y que al acto pantomímico le queda muy bien. Lo esencial es invisible a los ojos, decía Antoine de Saint-Exupéry en su famoso libro del Principito. El Arte de Xicoténcatl Gutiérrez fue una combinación de ambas cosas. Era un actor que experimentaba las premisas de Étienne Decroux y su Mima Corporal Dramática; porque entendía que el cuerpo era un vínculo entre el espectador y la mente del actor, que el cuerpo era la esencia de la fe, y que su transformación debía partir del cuidado que tendría que tenerse del equilibrio entre alma y cuerpo, pasando también por la psiquis para organizarlo adecuadamente, aunque a veces ésta falle. Tanto en eso Hamlet dijo: “Cuantas veces con el semblante de la devoción y la apariencia de acciones piadosas engañamos al mismo diablo”. La mente puede mentir, el cuerpo no, reacciona ante el engaño y emplea la fuerza de la naturaleza para resarcir el insulto. Por eso Xico siempre tuvo la postura de desafiar los postulados del fingimiento para llevarlo a la picota. Un actor no puede mentir porque se engaña a sí mismo.

El teatro que ahora lleva su nombre en la Casa de la Cultura de Hermosillo lo tendrá siempre presente, porque no se ha ido, vive en él, ahí vivió la transformación de lo inevitable, los cambios; fumó, bebió, aprendió, enseñó. Cuando buscabas al maestro lo encontrabas en su cabina enfocando la mirada en el escenario, buscando el juego, observando los fantasmas de su imaginación. En más de una ocasión lo encontré sentado en las butacas soñando, respirando con sabiduría, absorbiendo las letanías de la incongruencia, iluminando el púlpito con sus ojos, mirando sus creaciones y los logros. Pensar en ese teatro pequeño, es pensar en el Impresionante Hombre de la Barba que dejó todo un mar de conocimiento regado por todo el espacio y que al caminar sobre el mismo lo percibes, es ineludible.

Si el teatro sonorense tiene seis décadas de un teatro formal cuando Alberto Estrella llega para crear a petición de Norberto Aguirre Palancares la Academia de Arte Dramático de la Universidad de Sonora en 1954 y con ello dar los primeros pasos de una instrucción organizada y con materias por cumplir, el maestro Xicoténcatl Gutiérrez llega a mitad del camino recorrido para fortalecer el teatro desde la otra trinchera, es decir, de la recién inaugurada Casa de la Cultura. La primera obra que es llevada a escena por los universitarios fue: “Petición de Mano”, de Chejov, y ahí empezó la aventura que continúa hasta nuestros días. La primera obra que el maestro Xicoténcatl dirigió en Hermosillo fue “Viaje a Pueblo Feliz” y de ahí para adelante; se le recuerdan montajes como Los Camaleones de Oscar Liera, La Vela de la Luna Loca, Cercados, y muchísimas más que sería largo enumerar.

Se fue a Durango en el 2013 porque se pensionó debido a una enfermedad que le aquejaba de hace tiempo y que paradójicamente lo dejó casi sin habla. La voz y los sonidos que formaban parte de su imaginario descubrieron una salida y la tomaron, si eso no es una bendición estratégica de la naturaleza, ¿entonces qué es? El universo se llevó un mimo al que no tiene que explicarle que la voz de la vida se lleva en el subtexto, que el movimiento del cuerpo es más poderoso que la metáfora, que lo invisible será visible con la categoría de un artista que plumón en mano manipuló para sortear los rasgos de su rostro, que el génesis de la caricatura y de la crítica es la base del que se entrega con el corazón en la mano para poder decir la verdad que no abunda ya en nuestro días.

Gracias Xicoténcatl Gutiérrez Sáenz Pardo, te extrañaremos.

 “El mimo da gritos de silencio, algo muy difícil de hacer en un mundo donde todos hablan como metralleta”, Xico lo dijo.

Fernando Muñoz

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